En torno a la Basílica del Salvador, construida entre 1873 y 1892, por Teodoro Burchard, surgieron palacios, cités, edificios de vivienda colectiva, equipamiento y espacios públicos de gran calidad, en los que convivieron diversos orígenes y clases sociales, que hoy son el Barrio Brasil.
El esbelto edificio neogótico, ejecutado completamente en una rica fábrica de ladrillo a la vista, sin refuerzos de acero u hormigón, con vitrales del taller Mayer de Munich, decoraciones de Lattanzi, Onofre Jarpa y Arias, entre otros. 150 años de terremotos acumulados, que llevaron a su intervención en los años 20, por Smith Solar, hoy lo mantienen inhabitable desde febrero de 2010, con serios efectos en el entorno urbano.
El Plan para la Restauración de la Basílica establece objetivos, lineamientos y etapas para el proceso de rehabilitación del edificio.
De ellas, se ha ejecutado el refuerzo parcial de las estructuras, que garantiza su estabilidad, da seguridad a la comunidad y funciona como andamios para los equipos técnicos que en ella trabajan, además de habilitar un inédito espacio en altura, bajo las bóvedas, que se transforman en un efímero salón.